En los últimos años, la medicina gráfica ha emergido como una herramienta transformadora en el ámbito de la salud. A través de cómics, ilustraciones y narrativas visuales, esta disciplina ha logrado transmitir información médica compleja de manera accesible, atractiva y empática. Su impacto es significativo, pues mejora la relación médico-paciente, empodera a los enfermos y fomenta una mejor comprensión de los procesos de salud y enfermedad.
La medicina gráfica puede definirse como el uso de medios visuales, tales como cómics, ilustraciones y diagramas, para comunicar información relacionada con la salud. Esta práctica integra el arte y la ciencia, creando materiales educativos que abordan no solo temas médicos, sino también aspectos psicológicos y sociales. Aunque el término "medicina gráfica" no fue acuñado oficialmente hasta 2007 por el médico y caricaturista galés Ian Williams, el uso de los cómics y las ilustraciones para transmitir mensajes de salud se remonta a mucho antes.
Dr. Victor Urbaneja Zumaquero
Internista Residente en el Hospital Universitario Virgen de la Victoria
Williams es un referente clave en este campo, ya que, además de popularizar el término, contribuyó al desarrollo del concepto mediante su cómic The Bad Doctor, en el cual aborda los dilemas éticos y las imperfecciones de un médico. Con una narrativa accesible y empática, este cómic explora la complejidad humana dentro del ámbito médico. Además, Williams fundó el sitio web Graphic Medicine, una plataforma dedicada a promover el uso de los cómics en el ámbito de la salud, ofreciendo recursos, artículos y ejemplos de cómo estos pueden ser utilizados tanto en la educación médica como en el apoyo a los pacientes.
Fig 1. Página “Un mal médico” Ian Williams. SaludArte ediciones 2020.
Aunque la medicina gráfica ha ganado notoriedad en las últimas décadas, su historia se remonta al siglo XX. A mediados del siglo pasado, organizaciones como la American Cancer Society comenzaron a utilizar cómics con fines educativos y de concienciación. Ejemplos de ello son los cómics "Where There Is Smoke, There Is Danger", que abordaba los riesgos del tabaquismo, y "Ladies... Wouldn't It Be Better to Know?", enfocado en la importancia del cribado de cáncer de cérvix. Estos primeros esfuerzos demostraron la eficacia de las imágenes y las narrativas visuales para comunicar mensajes de salud pública.
Fig 2. Portada. Ladies…wouldn’t it be better to know? 1969 American Cancer Society.
Fig 3. Portada. "Where There Is Smoke, There Is Danger" 1969 American Cancer Society
A lo largo de las décadas, el uso de cómics en salud ha seguido evolucionando, usándose como una poderosa herramienta educativa, encontrándose claros ejemplos en comics como "Diabetes: The Comic Book" de la American Diabetes Association, que explica cómo vivir con diabetes, enfocándose en cómo los pacientes pueden gestionar su enfermedad a través de la dieta, la medicación y el ejercicio. Otro ejemplo destacado es el cómic "The Adventures of My Ear" de la National Institute on Deafness and Other Communication Disorders, que explica a los niños cómo funciona el sistema auditivo y cómo se pueden manejar condiciones como la sordera o la hipoacusia, o el tebeo "The Flu Fighters", un cómic creado por la World Health Organization (WHO) que enseña a los niños la importancia de lavarse las manos y de tomar precauciones para evitar la propagación de virus como la gripe.
Asimismo, también han sido ampliamente usados en el campo de la pediatría para temas como la preparación de los niños para procedimientos médicos. Ejemplos de ello son cómics como “The Amazing MRI Adventur” o “Clifford the Big Red Dog: Going to the Hospital”, que ayudan a los niños a comprender lo que pueden esperar de una resonancia magnética o un ingreso hospitalario, reduciendo su ansiedad y miedo.
Fig 4. Portada “Clifford the Big Red Dog: Going to the Hospital” Norman BridWell. Scholastic 2011
De esta manera, los tebeos se han consolidado como una herramienta educativa invaluable en el campo de la salud, no solo para transmitir conocimientos técnicos, sino también para crear un espacio de reflexión, empatía y apoyo, ayudando tanto a niños como a adultos a enfrentarse con mayor comprensión y menos temor a los retos de la salud y la enfermedad.
Sin embargo, donde reside el mayor potencial del medio es en el uso de la creación y lectura de historias como arma terapéutica. Al externalizar experiencias complejas mediante narrativas visuales, los pacientes pueden procesar emociones difíciles, encontrar sentido a sus vivencias y compartir sus historias con otros, que las reciben como propias.
Durante las décadas de 1970 y 1980, los cómics en general comenzaron a alejarse de su formato infantil y de aventuras puramente fantásticas, para dirigirse a un público más adulto. Paralelamente a esto el cómic de autor evoluciona también hacía enfoques más complejos y realistas, contando desde una perspectiva única problemas propios. Así ya en 1972, Justin Green pionero del cómic autobiográfico en estados unidos, usa este medio para relatar en “Binky brown conoce a la virgen maría” desde dentro su lucha interna para convivir con el trastorno obsesivo compulsivo que padecía.
En Estados Unidos, varios cómics autobiográficos han abordado la salud desde una perspectiva personal. “Cancer Vixen” de Marisa Acocella Marchetto, por ejemplo, relata su lucha contra el cáncer de mama con un enfoque honesto y a la vez humorístico, mientras que “El cáncer de mamá” de Brian Fies explora los efectos emocionales y prácticos del diagnóstico de cáncer metastásico en su madre. Estos cómics no solo informan, sino que también permiten a los lectores conectar emocionalmente con las experiencias de los autores.
Fig 5. Página. “El cáncer de mamá” Brian Fies. SaludArte ediciones 2020.
El manga japonés también ha tratado temas de salud con una gran sensibilidad. With the Light: Raising an Autistic Child de Keiko Tobe, por ejemplo, narra las dificultades y alegrías de criar a un niño con autismo, ofreciendo una visión comprensiva y educativa sobre el trastorno. Otros mangas, como los de Kabi Nagata, abordan temas como la salud mental y las adicciones, creando un espacio para la empatía y el entendimiento. Obras como “Acabé hecha un trapo huyendo de la realidad” o “Cuando me destrocé el páncreas empecé a vivir” exploran temas de salud mental, adicciones y luchas emocionales de manera honesta y cruda.
Fig 6. Página “Acabé hecha un trapo huyendo de la realidad”. Kabi Nagata. Fandogamia editorial 2021
Fig 7. Página. “Cuando me destrocé el páncreas empecé a vivir”. Kabi Nagata. Fandogamia editorial 2024
En Europa, los cómics suelen tener un enfoque más filosófico y reflexivo. Obras como “Píldoras azules” de Frederik Peeters abordan la relación de pareja en el contexto del VIH, explorando el amor, el miedo al contagio y el estigma asociado a la enfermedad. Otro ejemplo relevante es “Epiléptico. La ascensión del Gran Mal’’ de David B., que narra la experiencia de crecer junto a un hermano con epilepsia, un trastorno crónico poco comprendido en su época.
Fig 8. Página. “Pildoras azules” Frederik Peeters. Astiberri 2004
Aunque si hay un tema que ha sido especialmente abordado por los autores europeos es la salud mental, sirviendo este medio a los autores no sólo para visibilizar diferentes trastornos mentales, sino también para fomentar un diálogo más abierto sobre estos temas, contribuyendo a la desestigmatización de los trastornos mentales en la sociedad..Ejemplos como “Cara o cruz. Conviviendo con un trastorno mental“ de Lou Loubie o “Comiendo con miedo” de Elisabeth Karin Pavón Rymer-Rythén destacan el uso del cómic para visibilizar la ciclotimia y la anorexia, respectivamente.
Fig 9. “Cara o cruz. Conviviendo con un trastorno mental” Lou Loubie. Norma Editorial 2018
En España hay dos nombres propios que abrieron la puerta al género como son Paco Roca con su “Arrugas” en el que aborda el tema del envejecimiento y la enfermedad de Alzheimer, ofreciendo una reflexión sobre la dignidad y la humanidad de los pacientes en sus últimos años de vida o el recientemente fallecido Miguel Gallardo con obras como “Maria y yo” donde el consagrado autor underground ayudado al dibujo por su hija Maria nos narra su experiencia como padre de una niña con autismo, mostrando de las vivencias diarias y las emociones que surgen en torno a este trastorno. Años más tarde Gallardo también publicaría “Algo extraño me paso camino a casa” en la que nos relataría su experiencia con el glioma cerebral que le llevaría hasta la muerte.
Fig 10. “María y yo” Miguel Gallardo y María Gallardo. Astiberri 2007
Fig 11 “Algo extraño me pasó de camino a casa” Miguel Gallardo. Astiberri 2020
Más recientemente, han surgido nuevos títulos como Una posibilidad de Miguel Ángel Giner y Cristina Durán, que relata la experiencia de ser padres de una niña con parálisis cerebral, y El duelo de Paula Cheshire, una reflexión sobre la pérdida de su madre. En este mismo sentido el reciente premio nacional del cómic “El cuerpo de Cristo” de Bea Lema ofrece una visión conmovedora sobre el trastorno mental de su madre y cómo esto impactó su vida.
La medicina gráfica va más allá de ser un puente entre la medicina y el arte; es una herramienta que humaniza la atención sanitaria y fomenta la comprensión. En este proceso, los cómics no solo informan, sino que también empoderan a pacientes y profesionales de la salud, abriendo espacios para la empatía, el entendimiento y la desestigmatización de las enfermedades. Desde sus inicios con los cómics educativos hasta las narrativas personales contemporáneas, esta disciplina ha demostrado ser capaz de tocar corazones y mentes, ofreciendo nuevas formas de comprender y enfrentar los desafíos de la salud.
DOC.6003.022025